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10 razones para no dejar llorar a nuestros niños hasta el cansancio




12 de Noviembre del 2017

En la consulta a menudo escuchamos padres, que al no tener más recursos y estar desbordados, con poca paciencia y cansados, dejan llorando a sus niños “hasta que se les pase” o lo mandan a su pieza “a que piense en lo que hizo”. Como psicólogas de primera infancia, nuestro deber es poder psicoeducar a los padres en las últimas actualizaciones y estudios sobre neurodesarrollo infantil, y las consecuencias que tienen dejar que un niño se “autorregule”. Razones para no dejar a nuestros niños llorar hasta el cansancio 1. El consuelo oportuno del llanto protege el cerebro del niño, y además es una condición necesaria para el desarrollo de un apego seguro. Un niño que no es consolado por quienes son sus principales figuras de cuidado, no puede establecer un apego seguro, si aquellos que deberían consolarlo en momento de estrés, lo dejan para que se regule sólo. 2. Un llanto sin consuelo, afecta enormemente la arquitectura cerebral, la cual se construye a lo largo de los primeros años de vida, donde se define el volumen del cerebro y las conexiones sinápticas que tendrá. El estar sometido en reiteradas ocasiones a estados de ansiedad sostenidos y frustración, lo llevará a desarrollar problemas de aprendizaje, dificultades en el sistema escolar y problemas en su desarrollo. 3. Un niño que no es consolado a tiempo, pronto comprenderá que no hay nadie que lo ayude, aislándose y sintiéndose en soledad. Erik Erikson, uno de los primeros en estudiar la psicología del desarrollo, afirma que el primer año de vida es un periodo sensible para establecer el sentido de confianza en el mundo, el mundo de quien nos cuida y el mundo del ser propio. Cuando las necesidades de un niño son satisfechas sin estrés, el niño aprende que el mundo es un lugar digno de confianza, que las relaciones sirven de apoyo y que el propio ser es una entidad positiva que puede conseguir que sus necesidades sean satisfechas. De lo contrario, será muy difícil para él poder establecer relaciones cercanas saludables. 4. Daña su capacidad de relacionarse con el mundo,pero también consigo mismo, ya que aprenden un modelo relacional basado en la falta de empatía, frustración y rabia. Esto hace que sea muy difícil que pueda construir un autoestima apropiada y autoconfianza en sí mismo. 5. Al no ser contenido el llanto, el niño llora hasta cansarse, cuando no tiene más fuerzas deja de llorar, lo que por ningún motivo significa que “se ha regulado sólo”. Es más bien un cansancio físico y emocional que le impide continuar llorando. Generalmente luego de grandes episodios de estrés, el niño duerme una siesta. 6. Tiene asociado un costo emocional importante, cuando el niño está estresado, libera durante extensos períodos hormonas tóxicas llamadas Cortisol. De acuerdo a algunas investigaciones “si dejaramos a un niño sin consuelo, llorando en su pieza, sería equivalente a dejarlo en una pieza llena de gases tóxicos” (The Science of Parenting de Margot Sunderland) ¿Quien quiere eso para sus hijos? 7. Los padres que habitualmente responden a las necesidades del niño antes de que entre en un estado de distrés o angustia aguda, evitando que llore, tendrán más posibilidades de tener hijos independientes, que haciendo lo contrario (Stein&Newcomb, 2004). 8. El estar expuesto constantemente a un estrés desordenado, puede llegar a establecerse como un patrón de vida no solo para el cerebro, sino también para el cuerpo a través del nervio vago, un nervio que afecta a múltiples sistemas. Por ejemplo, el estrés prolongado en los primeros meses de vida, que tiene como resultado un funcionamiento pobre del nervio vago, está relacionado con trastornos como el síndrome de cólon irritable y los problemas de memoria. Pueden leer más sobre esto en un informe de Harvard (2010) llamado “The Foundations of Lifelong Health are Built in Early Childhood”. 9. El llanto sin consuelo altera el funcionamiento de las hormonas que regulan sus emociones y su desarrollo cerebral. La frecuencia cardíaca aumenta en un mínimo de 20 pulsaciones por minuto y también la presión sanguínea, lo que se traduce en una menor oxigenación de la sangre que llega al cerebro. Esto provocará que al cerebro le llegue sangre con mayor presión en la fase de esfuerzo y disminuya bruscamente en la de descanso, tanto que puede relacionarse en casos muy extremos con hemorragias cerebrales y sus secuelas según algunos estudios. 10. Como adultos también los padres tienden a “endurecer” su corazón. Muchas de las mamás que en la consulta me dicen que dejan llorar a sus hijos hasta el cansancio, también comentan que ellas están, la mayoría de las veces, al otro lado de la puerta, con el corazón roto y lloran también porque este hecho les produce infinita angustia. La respuesta natural de la maternidad es responder a las necesidades de las crias, para asegurar su supervivencia. Por lo tanto, esta práctica está en contra de lo que nuestro instinto quiere hacer. Después de reiteradas veces de hacer “oídos sordos”, los padres comienzan a ignorar los sentimientos que esto le produce, reprimiendo también muchos sentimientos de otros tipos en el camino. Ps. Anastasia Fernández











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